Espacio literario y creativo

martes, 31 de mayo de 2011

A la Materia Prima

Luis de Sandoval Zapata 
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A LA MATERIA PRIMA

Materia que de vida te informaste, 
¿en cuántas metamorfosis viviste?
Ampo oloroso en el jazmín te viste
y en la ceniza pálida duraste. 

Después que tanto honor te desnudaste,
y de las flores, púrpura vestiste;
en tantas muertas formas no moriste,
tu ser junto a la muerte eternizaste.

¿Que discursiva luz nunca despiertes
y no mueras al ímpetu invisible
de las alas horas homicida?

¿Qué, no eres sabia junto a tantas muertes?
¿Qué eres, naturaleza incorruptible,
habiendo estado viuda a tanta vida?


Los veintinueve sonetos, 1600. 

Fotografía: 'Caleidoscopio' Lourdes Martín.

Es frecuente el uso de las condiciones contrarias en los veintinueve sonetos, su inherente preocupación por lo efímero de la belleza, representada por los colores purpúreos, amarillentos y blancos de las flores, y su consecuente reflexión acerca de cómo una misma cosa -la naturaleza- ha de ser soberana de eventos tan distintos, como lo han de ser la vida y la muerte. Lo cierto es que la realidad es el océano de la dialéctica; es imposible concebir la vida efímera y opalescente sin muerte desconocida, fría y gris. Y Zapata nos habla de este impresionante y hermoso trasfondo-llamémoslo orden primordial o noción necesaria-;'en tantas muertas formas no moriste, tu ser junto a la muerte eternizaste', la bella paradoja es que la naturaleza, a pesar de estar construída de las múltiples muertes que le son inevitables a toda arquitectura de vida, jamás muere, justamente depende de este equilibrio contradictorio. Finalmente el título me parece muy hermoso y esencial para esta idea, 'A la materia prima', es afirmar la inmutabilidad del hado a través de la voluntad más hermosa y misteriosa del Universo, su mecanismo, la naturaleza. 
Me gustaría comentar también que Zapata tiene un excelso uso de la sinestesia (en general, con el color), pues la puede relacionar directamente con dos ejes principales; lo tangible, que es bello u horrible a los sentidos, y lo alegórico (alegoría a la belleza, a lo efímero, a la muerte), cuando la piedra angular de algún poema es ésta, me parece que es como una pequeña joya, una oda a utilizar la poesía como una suerte de alquimia metonímica.

Soneto 145 de Sor Juana Inés de la Cruz

Éste que ves, engaño colorido,             
que, del arte ostentando los primores,
con falsos silogismos de colores             
es cauteloso engaño del sentido;
              
éste, en quien la lisonja ha pretendido
excusar de los años los horrores,
y venciendo del tiempo los rigores             
triunfar de la vejez y del olvido,

es un vano artificio del cuidado,             
es una flor al viento delicada,
es un resguardo inútil para el hado:             

es una necia diligencia errada,
es un afán caduco y, bien mirado,             
es cadáver, es polvo, es sombra, es nada.