Espacio literario y creativo

lunes, 17 de septiembre de 2012

Lira

Lira de Sor Juana Inés de la Cruz

Amado dueño mío,
escucha un rato mis cansadas quejas,
pues del viento las fío,
que breve las conduzca a tus orejas,
si no se desvanece el triste acento
como mis esperanzas en el viento.

   Oyeme con los ojos,
ya que están tan distantes del oídos,
y de ausentes enojos
en ecos, de mi pluma mis gemidos;
y ya que a ti no llega mi voz ruda,
óyeme sordo, pues me quejo muda.

   Si del campo te agradas,
goza de sus frescuras venturosas,
sin que aquestas cansadas
lágrimas te detengan, enfadosas;
que en él verás, si atento te entretienes,
ejemplos de mis males y mis bienese.

   Si el arroyo parlero
ves, galán de las flores en el prado,
que, amante y lisonjero,
a cuantas mira intima su cuidado,
en su corriente mi dolor te avisa
que a costa de mi llanto tiene risa.

   Si ves que triste llora
su esperanza marchita, en ramo verde,
tórtola gemidora,
en él y en ella mi dolor te acuerde,
que imitan, con verdor y con lamento,
él mi esperanza y ella mi tormento.

   Si la flora delicada,
si la peña, que altiva no consiente
del tiempo ser hollada,
ambas me imitan, aunque variamente,
ya con fragilidad, ya con dureza,
mi dicha aquélla y ésta mi firmeza.

   Si ves el ciervo herido
que baja por el monte, acelerado,
buscando, dolorido,
alivio al mal en un arroyo helado,
y sediento al cristal se precipita,
no en el alivio, en el dolor me imita.

   Si la liebre encogida
huye medrosa de los galgos fieros,
y por salvar la vida
no deja estampa de los pies ligeros,
tal mi esperanza, en dudas y recelos,
se ve acosada de villanos celos.

   Si ves el cielo claro,
tal es la sencillez del alma mía;
y si, de luz avaro,
de tinieblas se emboza el claro día,
es con su obscuridad y su inclemencia,
imagen de mi vida en esta ausencia.

   Así que, Fabio amado,
saber puedes mis males sin costarte
la noticia cuidado,
pues puedes de los campos informarte;
y pues yo a todo mi dolor ajusto,
saber mi pena sin deja tu gusto.

   Mas ¿cuándo, ¡ay gloria mía!,
mereceré gozar tu luz serena?
¿Cuándo llegará el día
que pongas dulce fin a tanta pena?
¿Cuándo veré tus ojos, dulce encanto,
y de los míos quitarán el llanto?

   ¿Cuándo tu voz sonora
herirá mis oídos, delicada,
y el alma que te adora,
de inundación de gozos anegada,
a recibirete con amante prisa
saldrá a los ojos desatada en risa?

   ¿Cuándo tu luz hermosa
revestirá de gloria mis sentidos?
¿Y cuándo yo, dichosa,
mis suspiros daré por bien perdidos,
teniendo en poco el precio de mi llanto,
que tanto ha de penar quien goza tanto?

   ¿Cuándo de tu apacible
rostro alegre veré el semblante afable,
y aquel bien indecible
a toda humana pluma inexplicable,
que mal se ceñirá a lo definido
lo que no cabe en todo lo sentido?

   Ven, pues, mi prenda amada:
que ya fallece mi cansada vida
de esta ausencia pesada;
vén, pues: que mientras tarda tu venida,
aunque me cueste su verdor enojos,
regaré mi esperanza con mis ojos.

lunes, 13 de agosto de 2012

viernes, 2 de septiembre de 2011

Sala de Lectura Molinos de viento (Programa Nacional de CONACULTA)

Leer, contar, saber y más leer.

Iniciamos una nueva Sala de Lecturas del Programa Mediación de la lectura. En esta ocasión con el nombre de MOLINOS DE VIENTO. Podemos imaginar el porqué de nuestro nombre. La palabra, la imagen y las parábolas quijotescas acuden a uestra mente; sin embargo un lector nos dijo el otro día que si: ¿leeríamos sólo el Quijote?. Ojalá, pues con sólo eso nos bastaría para entender parte del mundo. Esa es la razón de las Salas de lectura, completarnos como personas en este mundo a través del otro.
Leemos la vida, la muerte, las sorpresas, el amor...antes de leer libros aprendimos a escuchar. En estas Salas se trata de escuchar y recuperar mucho de nuestra generación y compartir con otras.

¡Bienvenidos a Sala de Lecturas: MOLINOS de VIENTO!

Sede: Colegio Madrid de la ciudad de México.
Calle Colegio y esq. calle Puente. Col Ejidos de Huipulco, Deleg. Tlalpan (a unos pasos del Costco).
MIÉRCOLES de 3:00 a 5:00 en la Unidad Cultural (Jardín Lorca)
Programa Voluntario y completamente gratuito.

*Tenemos préstamos de libros maravillosos.

domingo, 28 de agosto de 2011

Erasmo y la mujer

Capítulo XVII de El Elogio de la locura, de Erasmo de Rotterdam: "La mujer, encarnación de la necedad":
Sin embargo, comoquiera que el varón estuviese
destinado a gobernar las cosas
de la vida, era preciso que tuviese algo más de
ese adarme de razón que en él se infundió, y te-
niendo Júpiter que consultar el caso, heme aquí,
como otras muchas veces, llamada a consejo. En
verdad que pronto di uno digno de mí, a saber:
que se diera una mujer al hombre. Es la mujer un
animal inepto y necio; pero, por lo demás, com-
placiente y gracioso. De modo que su compañía
en el hogar suaviza y endulza con su necedad
la melancolía y aspereza de la índole varonil. Y
así Platón, al vacilar entre incluir a la mujer en
la categoría de los animales racionales o en la de
los irracionales, no se propuso más que señalarnos
la insigne necedad de este sexo. 

<www.dim.uchile.cl/~lsaavedr/Elogio.pdf>

jueves, 28 de julio de 2011

La canción de la tierra

Es la canción de la tierra,
la que suena en los mantos de las mujeres,
la que es copa y noche en las encinas,
la de las ranas y los caballitos dorados,
la del portón o arado sumergido.
Es invierno. El viajero sube
en sábado por la avenida vacía,
envuelta en la niebla: ni un alma
a las nueve de la mañana.
   Una, dos, tres pasiones lo encienden.
   Lo encienden como al tordo la flecha,
como al corazón la escarcha: hace frío.
   Sopla el viento, viejo hechicero.
   Maldito viento de las chanzas
del pasado y del futuro.
   El desnudo cuerpo de un alce
engaña, otra vez, a los sentidos.
Cómo lloro el perdido almendro blanco
de fines de febrero, cuando te arrimabas
buscando un poco de calor, cuando el vaho
era apenas tabaco compartido, cuando las alimañas
dormían en los pliegues de la tierra.
   Era tiempo de un poco de inocencia,
era tiempo de soledad estúpida,
de trineos corriendo por tu pelo.
   Llevabas una bufanda de ciervos, algo así
como un taxi en Alaska, cualquier chuchería
del rastro o, peor aún, de la planta baja
del corte inglés. Era lo mismo.
Lo recuerdo bien los domingos lluviosos,
cuando los ángeles de las iglesias entristecen
o cuando visito las alamedas de los parques
vacíos. Tomábamos té, chocolates,
regaliz, niñerías calientes para tardes frías.
   Contigo visité dos o tres ferias:
el tren de la bruja, el lacio limón
de la ruleta sin premio. Paseábamos
sin rumbo por las estaciones en horas inconvenientes.
   Una vez un policía nos detuvo, sonrió, nos bendijo
al fin y nos dio las buenas noches.
   Olía a vino caliente, a cena barata,
a recomendación de capillita. ¿Hombre,
caimán, esfera, tea?
Te gustaba hacer crujir las castañas
del invierno, qué extraño, para mí
que he ido a recogerlas más allá del páramo.
   Las encendías para mí en tu boca.
   Quizá por eso tus besos sabían a pelo quemado.
   Me dabas leche con miel y casi siempre
te la aceptaba. Ya sabes, colmenera,
que sólo es manco el desprecio.
He visto después ángeles hechos trizas,
copos de puré de patata en el estómago
de vacas, pero nada de tanta risa
como aquellos bancos llenos de flores blancas.
   Crujían los pétalos al sentarnos,
y el aire era tan frío como meterse de hielo
un lagarto en los pulmones. No nos importaban
los coches, las otras hojas aún no nacidas,
la blanca mañana nevada. Era el tiempo
de la amnesia consentida, del viaje
en metro y las enaguas de plata.
                                        PMB

miércoles, 15 de junio de 2011

La casa del jayán

Me he mudado a la casa del jayán.
   Pero no me siento a su descomunal mesa,
ni duermo, ínfimo, en ninguno de los cuartos.
   Aquí mora el silencio rodado
y es espesa la sombra, las sombras, los retratos desconocidos.
   La casa siempre parece vacía,
quién no diría que es así.  
   Sólo al apacentar sus libros,
o al sorber las abejas de luz
que trasladan el cristal a las manos,
puedo imaginar la curva
decepción del anhelo.
                                             PMB

martes, 7 de junio de 2011

Siguiendo los pasos de Cernuda...

Logo color


Invita a la presentación del libro:
La familia interrumpida
con los comentarios de:
Jaime Mesa
Eduardo Sabugal
Juan Carlos Reyes
y el autor
Jueves 9 de junio
19.00 horas, entrada libre



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La familia interrumpida




Cuando el poeta sevillano Luis Cernuda huye de España en febrero de 1938, no imagina que esa será la última vez que pise su tierra. Exiliado en Gran Bretaña, y gracias a un ex amante, encuentra un deprimente trabajo que empeora su desesperación y su amargura: ayudar a los 3,800 niños vascos asilados que han llegado a tierra inglesa tras la caída del cerco de Bilbao a manos de tropas franquistas. Setenta años después, el joven cineasta mexicano Luis Salerno Insausti, radicado en Nueva York, recibe un misterioso correo electrónico que viene a trastocar su vida y a unirla indisolublemente a la del gran poeta español.


"Urroz conduce la realidad a su relación más peligrosa, escueta y secreta."
Carlos Fuentes
La familia interrumpida (título de la única pieza teatral que escribiera Cernuda y que estuvo desaparecida por cincuenta años hasta que Octavio Paz la hallara en una caja de zapatos en casa de su madre) es la culminación del arte narrativo de Eloy Urroz.
"Ejemplo de belleza y decantación narrativas, La familia interrumpida se construye con la precisión de un reloj y la puntería de una saeta. Desde la primera línea, el destino de los personajes parece casi escrito."
Jorge Volpi